En los
últimos años la violencia en el entorno familiar ha cobrado especial relevancia
debido, especialmente, a una mayor visibilidad social. Se trata de distintas
formas de violencia que delatan un entorno problemático, que conducen a una
mayor sensibilización social y una atención profesional más especializada.
El incremento de casos denunciados o detectados contribuye a mejorar el estudio
sobre la incidencia de la violencia familiar, a garantizar el bienestar de los
colectivos más vulnerables y a exigir una mayor calidad de las intervenciones
profesionales.
Para afrontar este fenómeno es necesario
contar con profesionales que dispongan de una formación adecuada y de una
visión multidisciplinar de la violencia familiar. La capacidad de análisis y
detección debe ir seguida de una capacidad de actuación, de modo que se
garanticen unas intervenciones comunes y específicas sobre la prevención, la
detección y el tratamiento de la violencia hacia la infancia, la pareja y las
personas mayores.
Es necesarios para el análisis y abordaje de la violencia familiar desde
diversos ámbitos –social, psicológico, sanitario, educativo, de seguridad y
jurídico– para poder contribuir a la disminución del número de casos, a una
mejor prevención y detección, y poder asegurar una ayuda eficaz en los casos en
que el problema ya se haya producido.
Es preciso que en nuestro país y en todos los países del mundo se realicen campañas de capacitación para poder detectar, evaluar y tratar las distintas modalidades de la violencia familiar, así como prevenirla con la ayuda e intervención de profesionales de la conducta.
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